Protagonistas Converso: Pilar

Pilar Aramburu en Converso, Película Documental

La película según mi madre

Cuando pasaban algunos días y no tenía señales de tu vida siempre te has reído con mi pregunta recurrente: ¿dónde estás, hijo mío? Y desde pequeño, con la naturalidad y sinceridad que te acompañan, me has ido dando cuenta de tus andanzas, de tus proyectos, de la madeja difícil e intensa en la que has vivido tanto, tantas cosas…
Y he tenido la suerte de contar con esa complicidad que me ha dejado ayudarte en algunos momentos. En los otros, en general, compartir tus dificultades y también tus éxitos. Tu papel en esta familia corta, la nuestra, ha sido siempre muy central porque, aunque nadie te nombró patriarca -mira que hemos repartido las tareas por igual entre todos y desde siempre- fuiste desde niño protector de todas nosotras, no sé por qué, porque te salió así.

En los últimos años procuramos mantener la comida de los viernes juntos y nos contamos las cosas. En la sobremesa de esas tardes acabamos algunas veces, hace un tiempo, como el rosario de la aurora. Yo no me había dado cuenta de que bullía un problema hondo.

Ahí empezaste un día con:
– Voy a hacer una peli y tengo una idea sobre el órgano de los anglicanos que va a llegar a la iglesia de El Salvador. Es muy potente.

Otro día,
– Tengo que hablar con María. Ya tengo título y será “Converso”.
– ¿Qué te parecería si hablamos para la peli?

Pero como además a ti te acompaña la cámara del móvil como a mí el reloj de pulsera, durante días, meses, (¿dos, tres años?) has ido grabando todos los acontecimientos menudos de cada encuentro, de tal manera que ese instrumento se convirtió en un ojo más del grupo, alguien que se había colado entre nosotros sin que su presencia nos resultase impertinente.

El año pasado llegó un momento solemne.
– Os voy a proyectar la película. Si no os parece que es lo que cada uno puede exponer de su vivencia, lo guardo, lo tiro. Y punto.
– Qué nervios, qué vértigo. Cuánto había trabajado este hijo para retratar la realidad desnuda.

Hubo un silencio largo. A mí me gustó. Era duro exponer nuestra intimidad. Era una prueba nueva la del desnudo interior, la de contar cómo nos había ido cambiando la vida por una suerte dichosa, un encuentro que fue personal y distinto para cada una de nosotras, María, Paula y yo misma. Una realidad con Dios presente.

En mi experiencia personal he vivido más de cuarenta años implicada en la vida política y social y ahí sigo, creo que mientras viva. Pero desde el compromiso cristiano de los veinte años que me animó a luchar por una sociedad más justa, la enorme decepción de las filosofías marxistas, su fracaso histórico y la búsqueda que todas las personas tenemos por encontrar sentido a nuestra existencia, me han permitido encontrar un camino que perdí un día. Si el testimonio de este proceso puede proporcionar a otras personas la reflexión y el comienzo de las conversaciones pendientes hacia reencuentros felices, habrá sido útil la peli de David.